"La noche anterior, en el pueblo, había caído un aguacero y las calles aún brillaban, debido a los innumerables charcos que reflejaban la luz de lo que resultaría ser un espléndido día soleado, con un hermoso cielo azul, surcado por nubes blancas, que corrían veloces, suspendidas en el viento mistral que barría la costa. Los colores pastel de las casas resaltaban en el aire claro y fresco de la mañana, convirtiendo la vista en una visión de ensueño, hasta el punto de que, al acercarse al pueblo, tras aparcar a las afueras de la localidad, tuvo la clara sensación de entrar físicamente en un cuadro, uno de esos paisajes marinos de colores que uno cree que sólo pueden existir en la imaginación de los pintores, donde todo es mágico, perfecto e irreal".

Un pequeño pueblo es una novela de denuncia social, sencilla, directa, sin pretensiones, pero que intenta abrir los ojos ante un problema real; en su interior hay comedia, tragedia, poesía, vida, muerte, amor. Todo en unas páginas sencillas y fluidas, pinceladas con los colores vivos de la provincia italiana y los trazos oscuros del vicio y la burocracia.

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