Trilogía Acéfala es infinito, o casi, porque, siendo un libro para releer y redescubrir, se recicla y reinventa en cada relectura. Es un montón de historias clínicas y cínicas; es un raro noticiero deleitable, no un conjunto de chistes esquizoides o dionisíacos.

Es una maldita galaxia de referentes, simpáticos contrasentidos, enumeraciones y cambios de emisora. Serrano evalúa con minuciosa solemnidad la parte ridícula que cada fenómeno, persona o entidad posee, y desguaza al desgaire a sus señorías las momias venerables, la mentira bursátil y anoréxica de la cultura occidental, la frívola y sobrevalorada taxonomía (vocabulario controlado), los chiringuitos y las charanguitas, la Western Union y la Soviet Union, los conceptos escolásticos más vigentes hoy que en el siglo xv.

Hay dos verdades, solo dos: la políticamente correcta y la verdad neta, no rentable y, por lo tanto, inútil. Los entes discursivos de Trilogía Acéfala se suscriben a esta segunda verdad.

Sin pamplinas. Sin esperanza.

Sin anestesia. [José Alberto Velázquez].