Hubo un momento, a finales del siglo XIX, en que la crónica, como ejercicio de cotidiana temporalidad, se salió, aquí, en Latinoamérica, de los cánones establecidos por el periodismo de la época. Tres poetas fundadores del movimiento modernista (José Martí, Rubén Darío, Manuel Gutiérrez Nájera), que para pensar el mundo desde este lado del mundo, cambiaban la manera de hacer la poesía, se atrevieron, con sus inusitados acentos, a hacer que la crónica, como escritura de la inmediatez y lo fugaz, pasara de la economía informativa, propia del discurso noticioso, a narrar la fugitiva realidad del presente con el lenguaje de lo eterno.

Los modernistas, en su afán de universalización y búsqueda de lo autóctono, se atrevieron, por primera vez, a cometer la herejía de juntar el hecho con el hechizo. Y, en ese sorpresivo juego de contrarios, desaparecieron las fronteras entre distintos géneros discursivos.

Ese fue el comienzo de lo que después Tom Wolfe llamaría Nuevo Periodismo. Este libro, con 17 crónicas, recoge una muestra de un gran abanico de autores, que van desde ese comienzo hasta nuestros días.

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