Cuando la realidad humana se manifiesta como La divina comedia de Dante, se desprenden reflexiones diversas, infinitos puntos de vista, un caleidoscopio de perspectivas que se muestran en la secuencia poética y discursiva del diálogo, en cada verso de este auténtico poemario. Desde una mirada de alguien que despierta y observa el mundo, hasta el consejo hacia las madres, la autora decide describir la devastación, la corrupción, la muerte y renacimiento de los sistemas creados y la inmediata solución en una suerte de responsabilidades que el humano urgentemente debe asumir; desembocando en su propia liberación, autoconocimiento y determinación hacia un solo camino cierto, el volar hacia sí mismo.

Las piedras del silencio, como nos dice su prólogo, simbolizan la impotencia ante la injusticia, la desolación de los inocentes, de los esclavos de esta actualidad, la calma perdida, la esperanza dormida, la presión que se agita cuando una situación ya es insostenible. El grito que se ahoga.

Las piedras son el germinar de una causa y su efecto, son también la semilla para activar e impulsar la acción por el cambio de todas las cosas. Redacciones Asociación de artistas Vocálitis.