En términos de falsedades y distorsión histórica, la República Democrática Alemana (RDA) es, con diferencia, el país que más ha sufrido los efectos de la “Guerra Fría” anticomunista de Occidente. La maquinaria de mentiras desatada contra la Alemania socialista no tiene parangón en toda la historiografía moderna y ha continuado desde 1990, el año de la disolución de la RDA, hasta el día de hoy.

Durante cuarenta años, Alemania Occidental, los EE. UU.

y otros países de la OTAN se dedicaron a promover el terrorismo y otras formas de agitación subversiva antiestatal, así como el tráfico de personas dentro del territorio alemán socialista. Contra todo ello luchó la RDA a través de su vilipendiado servicio secreto (el MfS, Ministerio para la seguridad del Estado, vulgarizado como “Stasi”).

El mito de la “vigilancia masiva” de la “Stasi” es uno de los mayores fraudes históricos al servicio de la causa del anticomunismo. La RDA, mal que le pese a sus difamadores profesionales, tenía un territorio nacional, un pueblo soberano y una autoridad política sujeta al derecho internacional.

El 13 de agosto de 1961, la RDA erigió el “Muro” de Berlín para alejar a los imperialistas de sus propósitos agresores, contener la creciente “fuga de cerebros” que se habían formado con el sacrificio de la clase obrera del país y frustrar el contrabando de bienes y moneda, que había socavado la planificación económica socialista. El objetivo del “Muro” no fue impedir la salida de ciudadanos de la RDA, como han propagado y caricaturizado incansablemente las terminales mediáticas occidentales, sino proteger el proyecto socialista del expansionismo imperialista occidental.

El establecimiento de la RDA supuso 40 años de paz en suelo alemán, a pesar del rearme de su vecina occidental y de los intentos por llevar de nuevo a Alemania a la guerra. .