Novela donde confluyen lo sobrenatural y lo paranormal. Absoluto terror ¡No apto para cardiacos!¡TE RETO A QUE LLEGUES AL CAPITULO 13!“la doctora sintió que alguien gritaba al final del piso, con quejas de dolor.

Era las tres de la mañana. Quiso acercarse para socorrer a aquella mujer, cuando de pronto vio un resplandor agitado, que le puso los pelos de punta.

Aun así, era su obligación atender a la paciente. Cuando se acercaba al último ambiente, la enfermera -que la residente no había visto antes- le dijo que ya ella había atendido a la sufrida y que bajara al segundo, que allí había un niño muy grave.

Cuando esta bajó al segundo piso, el niño había fallecido, siendo llevado a morgue por un camillero. Cuando la médica pregunta al camillero que quien había atendido al bebé y dado la orden para que lo colocaran en el depósito de cadáveres, el camillero le contestó con voz de espanto ‘pregúntele a la enfermera’.

“Al amanecer, asistió a Anatomía Patológica, para inquirir acerca del niño fallecido. Al entrevistarse con el morguero de guardia, este le dijo ‘doctora con todo respeto le informo que para este servicio no han traído cadáver de niño alguno’…”Con fecha de muy pocos días pasados, el uno del otro, se supo lo siguiente:“Cuando el paciente Toribio Lacosta, quien había sido operado esa mañana de una fractura abierta de fémur, a las tres de la tarde sintió demasiado dolor, una enfermera se le acercó lo inyectó y le dio masajes que le hizo calmar el padecimiento.

Por la noche, a eso de las 12:20, la misma enfermera volvió a la cama del recién operado y le aplicó un calmante que hizo que, a los pocos minutos, éste se quedara profundamente dormido. Cuando despertó -aproximadamente a las tres de la madrugada- debido al inquietante malestar de la pierna y al ruido de un camillero que amoldaba en cava a un recién fallecido, se dio cuenta que se encontraba en un sitio distinto al de cirugía, que queda en el 4to piso.

Había sido trasladado, inexplicablemente con cama y sábanas, a la morgue. Aquel camillero, al ver como se movía aquel recubierto con sábanas blancas dentro de la sala de cadáveres, del tiro salió corriendo sin entender que sucedía, mientras, Toribio también trataba de escabullirse de aquel sitio tan aterrador y a esa hora de la madrugada, gritando de dolor.

El camillero se detuvo, bien asustado en el pasillo, y vio cuando Toribio salía como una bala, de la morgue, quitándose las sábanas; gritando y cojeando, lo que asustó, aún más, a aquel camillero, yendo a parar -uno detrás del otro- ambos como locos, a la sala de emergencia. ”.