Los griegos comenzaron a medir el tiempo en las Olimpíadas, o el intervalo entre cada Juegos Olímpicos, en el año 776 a. C.

, que es cuando aparecieron los primeros registros escritos de los Juegos oficiales. En honor al dios Zeus, cada cuatro años se celebraron los primeros Juegos Olímpicos.

A partir de entonces, para los Juegos Píticos o Délficos, se organizaron diversas manifestaciones artísticas, entre ellas poesía, canto, danza y teatro, que se celebraron separadamente de los Juegos Olímpicos y, por lo tanto, conectaron desde el principio deporte y cultura. Hasta que un hombre tomó la decisión de reunir a los jugadores clave en París, varios intentos de restablecer un evento atlético internacional a finales del siglo XIX fracasaron debido a la falta de coordinación entre el movimiento deportivo mundial.

En consecuencia, los Juegos Olímpicos volvieron a la vida durante el Congreso Olímpico inaugural, organizado por el barón Pierre de Coubertin y que tuvo lugar del 16 al 23 de junio de 1894 en el Gran Anfiteatro de la Universidad de la Sorbona. Hubo dos mil asistentes, veinte de Bélgica, Gran Bretaña, Grecia, Irlanda, Italia, Rusia, España, Suecia y Estados Unidos en representación de trece federaciones deportivas extranjeras, y cincuenta y ocho delegados franceses en representación de veinticuatro clubes y organizaciones deportivas.

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