Desde las revueltas de la Primavera Árabe de 2011, los medios de comunicación internacionales se han visto inundados de noticias sobre atentados terroristas en todo el mundo. Siria, un país aproximadamente una vez y media el tamaño de Texas, se ha convertido en el campo de batalla central de muchos grupos terroristas; aquellos en los que el mundo se centra a menudo y de los que ha oído hablar mucho -como el Estado Islámico de Irak y el Levante (también conocido como ISIS y Da'ash, pero a partir de ahora denominado ISIL)- y aquellos de los que el mundo rara vez oye hablar y es incapaz de hacer distinciones entre unos y otros -como Jabhat Al-Nusra.
A pesar de la escasa atención prestada a sus actividades, Jabhat Al-Nusra (o el Frente al Nusra, como se le conoce a veces) se ha forjado una gran reputación en Siria y en el resto de Oriente Próximo por su aparentemente inagotable suministro de armas, su capacidad para aliarse con socios estratégicos y su peculiar mezcla de seguidores internacionales, aunque notorios, dentro del país. El nombre formal de Jabhat Al-Nusra es "Jabhat Al-Nusra li-Ahl al-Sham", o "Frente de Apoyo Victorioso al Pueblo de Sham (o Siria)", y el grupo apareció por primera vez en la escena internacional a principios de 2012 como filial siria localizada de Al-Qaeda en Irak.
El grupo ha llevado a cabo numerosos atentados terroristas y secuestros, y ha participado en diversas batallas contra las fuerzas gubernamentales sirias de Bashar Assad, así como contra otras facciones antigubernamentales como el ISIL. La complejidad de la guerra civil siria se refleja sin duda en la complejidad de los grupos que luchan por el poder dentro y alrededor de sus fronteras; Jabhat Al-Nusra no es una excepción.
La relación del grupo con el EIIL, Al-Qaeda y las demás facciones militantes de Siria es complicada y a menudo conflictiva: en el momento de escribir este artículo, Jabhat Al-Nusra había anunciado su separación de Al-Qaeda en Irak (AQI), pero los analistas creen que no es más que una técnica de cambio de marca para atraer a todos los elementos combatientes de Siria y ponerlos bajo su propio paraguas de control. Abu Muhammad Al-Julani (de nombre real, Ahmad Hussein Al-Shar'a) es actualmente el máximo dirigente de Jabhat Al-Nusra y uno de sus miembros fundadores.
Al-Julani cuenta con una larga carrera en grupos yihadistas de la región y sus vínculos con Al-Qaeda son especialmente fuertes, lo que ha servido muy bien a Al-Nusra en los últimos años, sobre todo a la hora de obtener recursos y aumentar el reclutamiento para la causa. Al-Julani y Jabhat Al-Nusra pretenden seguir aumentando el reclutamiento e integrar a todas las facciones revolucionarias sirias en un grupo mayor, iniciando así el establecimiento de su propia versión de un califato islámico en Siria.
Aunque su idea de construir un califato en Siria no es única, su enfoque se ha centrado últimamente en la búsqueda de consenso entre las facciones enfrentadas para maximizar los esfuerzos contra las fuerzas del régimen de Bashar Assad, así como en la experimentación de medidas de control en las ciudades ocupadas de Siria. La respuesta de la comunidad internacional a la guerra civil siria ha sido bastante desorganizada.
Estados Unidos se apresuró a apoyar los movimientos de protesta en toda la región durante la Primavera Árabe, lo que puso al presidente sirio Bashar Assad en máxima alerta. Cuando comenzó la guerra dentro de Siria, Rusia se apresuró a salir en defensa de Assad y a ayudar tanto dentro del país como a la comunidad internacional en general.
Esta situación volvió a enfrentar a Estados Unidos y Rusia, lo que dejó al pueblo sirio en una situación intermedia. Jabhat Al-Nusra aprovechó esto como una oportunidad para llenar el vacío donde las superpotencias mundiales les fallaron.
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