El 24 de febrero del 2022, cuando las tropas rusas penetraron en el corazón de Ucrania, ni el propio Vladimir Putin podía haber imaginado que encontraría semejante resistencia, como tampoco su enemigo, Volodimir Zelenski, que hubiera sido tan fácil y rápido rechazar la primera gran ofensiva. Después, la invasión ha desembocado en una guerra abierta en la que el tiempo y las armas están decidiendo su desenlace.

Han pasado 52 semanas de este segundo año, un tiempo de fallidos intentos de la comunidad internacional para bloquear la economía de la Federación Rusa y también de grandes y graves dificultades para el suministro de armas y municiones, tan necesitado por las tropas del país agredido. Rusia está avanzando y consolidando, al mismo tiempo, el territorio que ocupa.

A Vladimir Putin, aún le quedan algunos trozos que conseguir en las regiones de Donetsk y Zaporiyia. A partir de entonces, su paseo militar, bautizado con el nombre de “Operación Especial”, habrá terminado, establecerá sus nuevas fronteras, protegidas por defensas de hormigón y artillería, y seguirá retando a Ucrania y al mundo desde su pedestal de emperador de la nueva Rusia.

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